Luis Hernández contó a Puente Alto al Día en una entrevista en 2011 el significado del mítico gorro confeccionado por su madre y que se ha convertido en una seña de identidad.
El característico gorro de lana rojo y negro que distinguió durante décadas a Luis Hernández Díaz, conocido como “El Papillón Chileno”, tiene un origen profundamente familiar y cargado de simbolismo. Según relató el propio Hernández en una entrevista realizada por Puente Alto al Día en marzo de 2011, la primera de estas prendas fue confeccionada por su madre, convirtiéndose con los años en un sello inseparable de su identidad pública.
El gorro, que acompañó a Hernández en actividades comunitarias, reuniones vecinales y apariciones en medios, terminó por transformarse en un símbolo reconocible dentro y fuera de Puente Alto. En esa conversación registrada por el periodista Fabián Acevedo Rojas, el dirigente explicó que la prenda tenía para él un sentido mayor que el meramente estético. “El gorro es como un símbolo de guerra, el corazón del Papillón. Es como la bandera chilena, una bandera de lucha”, afirmó aquella vez.
A lo largo de su trayectoria, Hernández mantuvo el uso de gorros tejidos en los mismos colores, que replicaban el diseño original elaborado por su madre durante su juventud. Esta imagen terminó asociándose a los años en que lideró iniciativas sociales en la Villa Diego Portales y en otros sectores de Puente Alto, donde impulsó proyectos comunitarios, acciones solidarias y actividades destinadas a niños y jóvenes vulnerables.
En la misma entrevista, Hernández comentó con humor que, debido al desgaste natural de la prenda, requería nuevas versiones. “Pero falta quien me lo haga ahora, porque yo también tengo mi fans club”, bromeó entonces, evidenciando el cariño que recibía de vecinos y seguidores de su historia de reinserción social.
Tras su fallecimiento, ocurrido esta semana en el Hospital Sótero del Río, el símbolo del gorro rojo y negro volvió a mencionarse entre vecinos y dirigentes que destacaron su legado. La prenda, originalmente un gesto maternal, terminó convertida en una marca propia de la figura popular y del dirigente social que marcó la vida comunitaria de Puente Alto.


