Portonazos, robos a plena luz del día y sensación de abandono marcan el presente de Ciudad del Este
Aunque es un sector urbanizado y con buena infraestructura, la inseguridad se ha vuelto parte del día a día
La comunidad ya trabaja para formar una nueva Junta de Vecinos y canalizar sus demandas
En el extremo oriental de la comuna de Puente Alto, enmarcado en una imponente vista de la Cordillera y rodeado de mucho verdor, se encuentra el barrio residencial Ciudad del Este.
Concebido a partir del año 2000 como un conjunto habitacional de clase media con planificación urbana, áreas verdes y conectividad estratégica a través de las avenidas Camilo Henríquez y Diego Portales, es un sector que presenta una imagen consolidada pero sus habitantes levantan una preocupación común: la creciente inseguridad y la escasa atención estatal.
Y hoy, a 25 años de su origen, los vecinos destacan haber construído una excelente convivencia, pero también manifiestan sentirse postergados por las autoridades. A pesar de contar con servicios y una infraestructura funcional, apuntan a una brecha en la asignación de recursos públicos, particularmente en seguridad.
José Luis Hernández, socio cooperador del Comité de Adelanto de Ciudad del Este, resume esta percepción: «El alcalde Toledo ha venido haciendo un excelente trabajo en la comuna, pero se ha olvidado un poco de acá. Nos prometió que iba a estar acá y todavía no lo hemos visto, aunque igual hay que tomar en cuenta que lleva poco tiempo en el cargo”.
“Se han conseguido cosas con la Municipalidad, nos aportaron puntos de cámara y nos han ayudado con el aseo y el ornato. Sin embargo, en materia de seguridad ha quedado pendiente la reorganización del organigrama y la forma de patrullaje, y eso es lo que más necesitamos», puntualiza.
Los vecinos atribuyen esta falta de atención por dos factores: la distancia física respecto al centro cívico de Puente Alto y la etiqueta de “barrio no vulnerable” que, según ellos, se les ha puesto desde siempre y que reduce su visibilidad en las políticas de seguridad y prevención.
Portonazos y robos: los videos que alertaron al barrio
Dos hechos recientes reactivaron la preocupación en la comunidad. El primero ocurrió el 5 de mayo de 2025, cuando una mujer fue víctima de un portonazo en la avenida Parque del Este, frente a un jardín infantil. Las imágenes, registradas por cámaras de seguridad, muestran cómo cuatro sujetos armados bajan de un vehículo blanco y, a plena luz del día, intimidan a la víctima y se llevan su vehículo.
El segundo hecho se produjo el martes 13 de mayo, cerca de las 21:30 horas, con características similares.
En Ciudad del Este, los portonazos y robos a viviendas no son hechos excepcionales y tampoco de fecha reciente. Son parte de un patrón que tiene muchos años establecido y que ha dejado secuelas en quienes han vivido estos delitos, generando una sensación persistente de vulnerabilidad.

Cinco delincuentes y un arma en la cabeza
Patricia aún recuerda con claridad el portonazo del que fue víctima hace algunos años. Cinco hombres armados la interceptaron mientras llegaba a su casa y la obligaron a entregar su vehículo.
“Gracias a Dios puedo contarlo, pero el trauma queda. Compramos en este barrio porque era tranquilo, ideal para criar a los hijos. Hoy no se puede ni salir a comprar pan sin miedo a que te asalten”, comenta.
Según relata, salir a la calle se ha vuelto una actividad de riesgo. “Vivimos encerrados, y es triste tener un barrio tan bonito y no poder aprovecharlo. Aquí ya no se puede ni caminar tranquilo, ir al supermercado o a la plaza”.
«No pedimos nada extraordinario, solo lo que corresponde que es atención de las autoridades y que nos cuiden, que la Municipalidad y Carabineros nos den una vuelta porque no tenemos seguridad. Nos sentimos abandonados”, asevera.
Un robo en casa mientras llegaba con sus hijos
Eran cerca de las 20:30 horas, una tarde de octubre de 2024, cuando Daniela regresaba a su casa en Ciudad del Este junto a sus hijos. “Activé el control del portón como siempre, pero no se abría del todo. Se quedó atascado, apenas entreabierto. En ese momento, noté un auto tipo SUV estacionado unos metros más adelante. Estaba apagado, sin luces, pero claramente había alguien dentro”, recuerda.
La situación comenzó a volverse inquietante. Mientras intentaba que el portón respondiera, el vehículo sospechoso avanzó unos metros y luego se detuvo otra vez. Daniela bajó con sus hijos, descargó algunas cosas del auto, pero no lograba entrar a su casa por completo. Justo en ese momento, vio a un hombre correr desde el condominio vecino y subirse al mismo SUV que había estado observando.
“Fue muy raro. Todo muy rápido. Cuando finalmente pude abrir el portón y entrar, me dio por mirar hacia el fondo de la casa, hacia el ventanal del patio. Estaba abierto”, relata.
Entró con cautela. Todo parecía en orden, hasta que llegó al dormitorio principal. “Las puertas del clóset estaban abiertas, todo tirado en el suelo. Ahí entendí que nos habían entrado a robar. No sabía si el tipo seguía adentro. Estaba con mis niños, y lo único que pensé fue salir rápido.”
Ya en la calle, buscó ayuda con un vecino. Minutos más tarde, al revisar las cámaras de seguridad del sector, se confirmó lo que temía: el hombre que huyó en el auto era quien había estado dentro de su casa. Se había colado por el patio, y escapó saltando hacia la vivienda colindante. Allí se topó con la dueña de casa, a quien, según relató ella misma, amenazó con un arma y luego soltó la mochila que cargaba.
“La mochila no era nuestra, pero adentro estaban varias de nuestras cosas robadas. Por suerte, no alcanzó a llevarse todo. El susto fue enorme”, finaliza.
Una seguidilla de robos que comenzó en 2018
Un domingo de 2018, María salió al supermercado por unos minutos. Cuando regresó, encontró su casa completamente desordenada. No necesitó más de un par de pasos para entender que alguien había entrado.
“Abrí la puerta y todo estaba revuelto. Se habían metido directo al clóset. Se llevaron una cajita con joyas, tarjetas de crédito, chequeras, teléfonos. Buscaron cosas específicas. Sabían lo que venían a buscar”, cuenta.
El robo ocurrió a plena luz del día, cerca de las 18:30 horas. María llamó de inmediato a Carabineros. Le respondieron que estaban atendiendo un atropello en las cercanías y que no podían acudir de inmediato. “Vinieron tarde, y al día siguiente llegaron los peritos a tomar huellas, pero no encontraron nada. Solo huellas de zapatos. Todo quedó ahí.”
Desde entonces, los robos se han repetido una y otra vez en su entorno más cercano. Su hijo ha sido asaltado en tres ocasiones, en una de ellas lo amenazaron con un cuchillo en el cuello mientras iba camino al colegio. A su hijo menor también le robaron dos veces: una al bajar de la micro y otra en plena calle.
“Esto no es de ahora. En mi casa se han metido varias veces. Una vez abrieron la ventana mientras yo estaba con mi hijo chico adentro. Alcancé a salir a encarar al ladrón. Le pregunté qué hacía, qué llevaba en la mano. Después me di cuenta del riesgo en que estuve. ¿Y si volvía? ¿Y si se vengaba?”, exclama.
María no es la única en su calle que ha vivido esta situación. También han entrado a robar a casas vecinas, en horarios similares. Y aunque los portonazos captan la atención en los grupos de WhatsApp, los robos silenciosos, a plena luz del día, son una constante.
Una comunidad que se organiza
En paralelo a sus vidas cotidianas, muchos vecinos de Ciudad del Este participan activamente en instancias de organización barrial. Una de ellas es el Comité de Adelanto, que desde hace algunos años está a cargo del Club House del sector, una sede vecinal construida originalmente por la inmobiliaria y recuperada por la propia comunidad mediante autogestión.
Hoy, este espacio funciona como centro de actividades culturales, deportivas y sociales. Allí se realizan talleres, encuentros del club del adulto mayor y reuniones periódicas abiertas a la comunidad. También se arriendan salones para eventos, y es considerado un punto de referencia del barrio.

A partir de esta experiencia, un grupo de vecinos —entre ellos el propio comité— se encuentra impulsando la constitución formal de una Junta de Vecinos.
El proceso está en marcha: se han iniciado las reuniones informativas y la recolección de firmas. De un total de 200 vecinos requeridos, ya hay más de 70 firmantes. La meta es conseguir las adhesiones restantes en las próximas semanas.
José Luis Hernández, uno de los impulsores de la iniciativa, explica que contar con una junta permitirá representar al barrio de manera más formal ante distintas entidades. “Es una herramienta que nos da peso. Con ella se pueden solicitar proyectos, levantar propuestas y canalizar mejor la información entre vecinos”, detalla.
Actualmente, la convocatoria se organiza a través de grupos de mensajería, reuniones mensuales en la sede y visitas domiciliarias con el libro de registro. También es posible obtener información directamente en el Club House, donde vecinos voluntarios mantienen presencia regular.
“Vamos paso a paso, pero con convicción. Queremos seguir construyendo comunidad”, concluye Hernández.