El miércoles 8 de octubre, un incendio consumió en su totalidad dos departamentos y afectó severamente a otras viviendas colindantes en el block ubicado en pasaje Achelpen con Llallin.
El fuego habría sido provocado por un hombre con diagnóstico psiquiátrico, cuya familia asegura haber pedido ayuda sin respuesta.
En medio de la tragedia, en el block se organizan para ayudar a los vecinos que perdieron todo.
Eran poco más de las siete de la mañana del miércoles 8 de octubre cuando el fuego comenzó a propagarse al interior de un departamento en uno de los blocks de pasaje Achelpen con Llallin, en la Villa Padre Hurtado de Puente Alto. En cuestión de minutos, las llamas treparon por los muros, atravesaron balcones y envolvieron dos viviendas por completo.
De acuerdo con los primeros antecedentes, el incendio se habría originado de forma intencional al interior de uno de los departamentos, presuntamente por uno de sus habitantes, un hombre con antecedentes de trastornos psiquiátricos. La familia y los vecinos aseguran que padece esquizofrenia y que ya había protagonizado episodios similares.
Durante el procedimiento, el supuesto responsable del incendio fue detenido por Carabineros y trasladado a la 38ª Comisaría de Puente Alto, donde permaneció hasta la mañana del jueves. Sin embargo, fue liberado por orden del Ministerio Público, al no existir antecedentes ni pruebas suficientes para justificar su detención o formalizar cargos en su contra.
“Habíamos pedido ayuda varias veces en el consultorio”, relató su hermana. “Decíamos que mi hermano necesitaba tratamiento, pero nadie hizo nada. Solo ahora, después de que se quemó todo, es que las instituciones van a tomar el caso”.
El trabajo de Bomberos
El Cuerpo de Bomberos de Puente Alto acudió al llamado y trabajó bajo segunda alarma de incendio, con la participación de siete compañías. Según informó el comandante Sergio Pinilla Rosales, el procedimiento presentó alta complejidad por “las construcciones que hay en el lugar, y que obviamente eso genera retraso en el accionar”.

Foto: @emergencias_132
“Se vieron afectadas dos viviendas con destrucción total y una tercera con daños del 30%, además de otras cuatro con daños menores por humo y agua”, detalló. Tras casi tres horas de intensa labor, el fuego fue controlado y posteriormente extinguido. A las 11:00 de la mañana se dio por finalizada la alarma.
Durante las labores, los voluntarios desarrollaron labores de rescate y auxilio a personas que presentaron dificultades respiratorias, y también a mascotas atrapadas —perros y gatos—, en una jornada que exigió pericia, esfuerzo físico y coordinación.

“Salí con lo puesto”
Entre los más afectados por el incendio se encuentran Mayra Martínez Paredes, vecina del segundo piso, y el matrimonio conformado por Mauricio Ponce y Jéssica Calderón, cuyos departamentos quedaron completamente destruidos.

Mayra recuerda el momento con claridad: “Me desperté con los gritos y el humo ya estaba adentro. Alcancé a salir solo con mis dos perritos y los documentos. Todo lo demás se perdió”, relató con la voz entrecortada.
Diabética e hipertensa, hoy permanece en una sede comunal. “Perdí todo, incluso mis remedios, pero lo importante es que estoy viva. Ahora sólo necesitamos ayuda para empezar de nuevo”, agregó, subrayando que la insulina para su tratamiento debe permanecer con cadena de frío y que por ahora una vecina deberá guardarlos, puesto que en el incendio perdió su refrigerador.

Una historia similar vive la familia de Mauricio y su esposa Jéssica. Ella, de movilidad reducida, debió ser rescatada en medio del humo espeso y tuvo que escapar de las llamas con la ayuda de su hijo, mientras que su esposo intentaba desesperadamente llegar al block desde su lugar de trabajo en Vitacura.
“El fuego se propagó tan rápido que no hubo nada que hacer. Perdimos la pieza, los muebles, la cocina, los refrigeradores, todo. Pero gracias a Dios estamos con vida”, dijo Mauricio. Indicó que incluso el calor del incendio reventó los balones de gas y dañó la red eléctrica.
La comunidad se levanta unida
El jueves 9 de octubre, apenas un día después del incendio, los vecinos se organizaron para enfrentar juntos la pérdida.
Una vecina relató cómo se activaron para coordinar ollas comunes, ayudar con la limpieza de los departamentos siniestrados, recuperar objetos entre los restos y comenzar a planificar la reparación de los muros dañados, mientras que en el patio común compartían un almuerzo preparado gracias a la colaboración de todos.

También comentó que acordaron realizar eventos comunitarios para reunir fondos que les permitan recuperar parte de lo perdido en el incendio.
La respuesta municipal
Según los testimonios, la Municipalidad de Puente Alto acudió al lugar tras el incendio y ofreció materiales para la reconstrucción y albergues temporales para las familias cuyos departamentos fueron destruidos.
Mayra cuenta que le entregaron una cama y un colchón, mientras espera nuevas ayudas. “Nos dijeron que los materiales cubrirán la estructura original, pero no las ampliaciones. De todas maneras, es un alivio saber que no estamos solos”, comenta.
Una tragedia que pudo evitarse
El incendio no solo dejó a varias familias sin hogar. También reveló una historia de advertencias ignoradas y la fragilidad del sistema público frente a los casos de salud mental.
Según relató la hermana del presunto responsable del siniestro, la familia llevaba más de dos meses pidiendo ayuda en el consultorio y en el Hospital Psiquiátrico El Peral. El diagnóstico de esquizofrenia estaba confirmado, pero aseguran que no consiguieron atención ni internación. “Nos decían que no le correspondía la comuna o que no podían internarlo sin testigos”, explicó.

Durante ese tiempo, la familia advirtió al menos dos episodios previos: uno cuando Miranda incendió parte de su pieza y otro cuando prendió fuego en una parrilla dentro de la vivienda. “Fuimos una y otra vez al consultorio para que ayudaran a mis padres, que son de tercera edad, pero nadie hizo nada”, relató la mujer.
Incluso, asegura que buscaron apoyo en el penal y en El Peral, pero se les negó la atención por motivos administrativos. “Nos dijeron que no podían recibirlo porque no era de la comuna, siendo que el hospital está en Puente Alto. Es increíble”, añadió.

Los problemas, dice, comenzaron hace cerca de seis meses, cuando su hermano regresó desde Coquimbo, donde también habría mostrado conductas agresivas. En esa ciudad, su otra hermana también pidió ayuda sin éxito: “Allá tampoco quisieron internarlo, y nosotros como familia no tenemos la capacidad de pagar atención privada”.
Su llamado es directo: “Que las autoridades escuchen a las familias antes de que sea demasiado tarde”.