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Vocación de servicio en atención primaria de salud

Marcela Flores es matrona desde hace 11 años en el Consultorio Alejandro del Río, en donde brinda guía y apoyo a jóvenes, adultos y adultos mayores.

Hace 11 años que Marcela Flores Monsalves se desempeña como matrona en el Consultorio Alejandro del Río en Puente Alto, comuna a la que llegó desde su natal ciudad de Los Ángeles, en el sur del país, tras finalizar sus estudios en obstetricia y puericultura, radicándose definitivamente en esta capital provincial.

De niña, Marcela se interesó en el área de la salud. Recuerda que cuando tenía 11 años, una matrona, amiga de su madre, los visitaba constantemente, siendo ella quien le habló sobre esta profesión, de la cual se fue cada vez más entusiasmando, por lo que, tras salir del colegio, supo de inmediato a lo que le gustaría dedicarse laboralmente en su vida.

“Al egresar de al Universidad, a los 23 años, empecé a trabajar inmediatamente. Y también me di cuenta a temprana edad que no me gustaba hacer turnos. Así que la atención primaria era mi primera opción. Así es como llego a Puente Alto, por el aviso de un colega, que me dice que necesitaban un reemplazo de matrona en el Cesfam Bernardo Leighton. Agarré mis maletas y me vine. Acá tenía parientes, así que no fue tanto el cambio, además que de joven he sido muy independiente. Y bueno, ¡de ese reemplazo nunca más volví!” dice entre risas. 

Su pololo por esos años la siguió al tiempo después, llegado también a la capital, apoyándola en su labor. Ese ese amor fue creciendo cada vez, hasta formar una bella familia.

EL DESAFÍO DE LA SALUD PÚBLICA

Desde entonces, Marcela ha trabajado en la atención primaria en comunas como San José de Maipo y Macul, hasta que llega finalmente al Consultorio Alejandro del Río. “¿Sabe? De niña me conecté mucho con las personas del mundo rural, de sus carencias y necesidades. Veía cómo muchos de ellos no podían acceder a una salud de calidad, solo por no contar con los recursos. Cuando estudié para ser matrona, quería ser un aporte en ese sentido, y, además, la carrerea en la Universidad La Frontera, donde estudié, tenía un fuerte sello orientado a la salud púbica”, sostiene.

Consultada si le han ofrecido trabajar en el mundo privado, comenta: “sí, en varias oportunidades. No me interesa la verdad. En la salud publica uno tiene que estar preparado para las carencias, eso lo tenía claro, porque es alto el volumen de pacientes, sobre todo en el sector sur oriente. Para mi es importante ser un aporte para esas personas, contribuir con un granito de arena, que puede ser chiquitito, pero siento que puedo hacer la diferencia. Si solo una persona se va agradecida, me siento pagada totalmente”.

Y ese cariño dice se ve retribuido, puesto que ya, con el paso de los años, los vecinos y vecinas le agradecen por su labor, la que ha extendido tanto a jóvenes, adultos y adultos mayores, puesto que ha trabajado en distintas secciones del Centro de Salud Familiar Alejandro del Río, tanto en gestión como en atención clínica, especializándose en el último tempo en yoga prenatal, con adolescentes en su mayoría.

“Me hace muy feliz lo que hago, me siento una persona realizada. Estudié obstetricia también por un tema feminista, porque trabajo principalmente con mujeres, y apoyarlas y guiarlas en todo su ciclo vital es algo muy lindo y gratificante”, concluye la matrona.

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