Ubicado en el corazón de la comuna, don Víctor, con su puesto de confites varios y bebidas, es bien conocido y querido por quienes trabajan y transitan diariamente por el sector de la Plaza de Armas de la capital provincial.
Dese hace seis años que Víctor Espinoza Beltrán (64) tiene su puesto de venta de confites, bebidas y agua mineral en Puente Alto, ubicado a un costado de la ex Municipalidad por calle Balmaceda, frente a la Plaza Manuel Rodríguez: prácticamente en el corazón de la comuna.
“A Puente llegué joven, tenía como 25 años, buscando mejores horizontes laborales”, cuenta don Víctor, oriundo de Negrete, un pequeño pueblito de la región del Biobío. Hijo de padres agricultores, debió abandonar el colegio a temprana edad para ayudar en labores del campo, aportando en su hogar. Con los años y ya mayor, toma la decisión de viajar a la capital, llegando primero a la comuna de La Florida. Los primeros trabajos, ya establecido en Santiago, incluyeron el de repartidor de pan en el barrio alto, lo que duraría poco por la irrupción de los supermercados en el sector. Posteriormente laboró en el sector de la construcción, en donde aprendió cerámica y estuco, para finalmente dedicarse a vender dulces y luego helados, en la calle, subiéndose a las micros, a lo que se dedicó por cerca de 15 años –ya viviendo en Puente Alto- lo que hacía por el centro de la comuna.
Cuenta que ya con lo años y el “ajetreo” diario del trabajo en la calle, le vinieron dolores a las piernas, “y ya tenía mis años también pues, así que lo mejor era vender confites teniendo un puesto fijo. Partí, me acuerdo con dos cajas de Super 8, y gracias a un caballero que conocí, que me ayudó mucho, pude establecerme con todas las de la ley con mi cacharrito, con el que también me movilizo todos los días, desde mi hogar en Bajos de Mena al centro”.
VOLVIENDO A PONERSE EN PIE
Don Víctor llega a las 8 de la mañana y por estos días empieza ya a guardar su mercadería cerca de las 18 horas. Eso sí, afirma que a veces cierra un poquito más tarde, dependiendo de “cómo está la cosa, si hay protestas, manifestaciones o algo parecido. En todo caso, este último tiempo me ha ido mejor, porque hace meses atrás estuvo malo, malo”.
A lo que Espinoza se refiere es a los meses de cuarentena del pasado año, producto de la pandemia, en que su trabajo se vio seriamente afectado, así como el de muchos otros vendedores y comerciantes de la comuna. “Soy la fuente de ingresos de mi familia, por lo que este trabajo es vital para mí”, sostiene.
Todo este tiempo en el centro de Puente Alto han convertido a don Víctor en un personaje muy conocido y querido por quienes trabajan y transitan diariamente por el sector de la Plaza de Armas de la capital provincial. “Me compran muchos los municipales, de los locales cercanos, niños, etc. Creo caigo bien porque soy una persona tranquila y no me meto con nadie pues. Vengan a verme, acá al ladito de la ex municipalidad, y se lleva su chocolatito o sus calugas”, es la invitación que extiende a los vecinos ya finalizando.