Uno de sus dueños, Gustavo Arzola, rememora los “años de gloria” del extinto restaurant, un verdadero clásico de Puente Alto, ubicado en pleno centro de la comuna.
“La Casona” fue uno de los íconos de Puente Alto: el cásico local, ubicado en pleno centro de la comuna, emplazado donde hoy se ubica Carnes Miro en calle Balmaceda, era el favorito de los puentealtinos para ir a almorzar, y para ir a tomarse sus “traguitos, albergando a la vez mucha bohemia, en el que además se podía disfrutar de parrilladas bailables y música en vivo.
Gustavo Arzola Béjares (67) puentealtino de toda la vida, fue el personaje que “tomó las riendas” del ya extinto restaurant, quien siempre junto a la compañía de su señora, se encargaron de hacer sentir en casa a cada comensal que llegara al lugar.
“El tema del comercio lo heredé de mis padres, que tuvieron un restaurant llamado ‘El Refugio’, ubicado en José Luis Coo, al que llegaban muchos artistas y se creaban grandes tertulias. De pequeño los ayudaba, y me fui empapando de todo ese ambiente”, señala Arzola.
“La Casona” se inauguró en 1975, y sería en 1984 que don Gustavo con su señora se hicieron cargo del local, que pertenecía a su suegra. “Nos unimos las dos familias y sacamos más a flote el restaurant. Además, ofrecíamos un servicio de banquetería, por lo que nos dedicamos a hacer eventos. Tuvimos de clientes, por ejemplo, a la Municipalidad de Puente Alto, a la Gobernación Cordillera, al Club de Leones de la comuna, entre otros”.
Arzola se emociona al recordar su querido restaurant, que estuvo operativo hasta el año 2000. “Acá llegaba mucha gente antigua de la comuna, así como jóvenes. Me acuerdo de un grupo de adultos mayores que venía, que se denominaban ‘El club de los roteques´, en esencia un grupo de muy buenos amigos que se juntaban a compartir. ¡Aquí se hacían fiestas preciosas! y uno se hacía amigo de los clientes que llegaban, que traían consigo sus penas y alegrías. ¿Sabe? Titín Troncoso, tecladista de Kike Morandé, empezó trabajando conmigo, así como Ernesto Gatica. Muchos tecladistas pasaron por acá, pues siempre amenizábamos las veladas con un piano”.
NUEVOS RUMBOS
Fue ya a principios del nuevo siglo, que La casona cerró definitivamente sus puertas. Sobre este tema, Arzola comenta: “lo que nos mató el negocio lamentablemente, por aquellos años, fue que prohibieron los estacionamientos en el centro de la comuna, pues mucha gente llegaba en sus automóviles, aparcando frente al local. Con la medida, las personas comenzaron a buscar otras opciones por los alrededores, yendo a otros lados”.
Fue entonces que junto a su esposa se dedican principalmente a “descansar” por algún tiempo, pero ese “bichito” de estar activos en el mundo del comercio finalmente los hace volver al negocio, y es así como ambos abren “Mascada”, un local de sandwich al paso, ubicado en Balmaceda #134, por recomendación de uno de sus hijos.
“Si bien sigue siendo un local de comidas, es bien diferente a lo que era ‘La Casona’, en donde la idea era que el cliente se sentara en su mesa y estuviera todo el día, y acá es lo opuesto, a que venga por poco rato”, dice entre risas. “Partimos de a poco, y nos hemos ido agrandando sin darnos cuenta prácticamente. Si bien el estallido social y la pandemia nos han golpeado, hemos podido sobrellevar todo eso. Puedo decir que a mi edad, me siento un hombre realizado, con buenos hijos, nietos maravillosos y una mujer extraordinaria, que ha sido mi gran apoyo, siempre estando a mi lado”,añade.