Marcelo Ortega se dedica a la talabartería desde temprana edad, oficio que aprendió de sus padres en el sur de Chile.
De lunes a viernes de 9 a 17 horas es posible encontrar el puesto del artesano en cuero Marcelo Ortega (55) en calle Balmaceda, cercano a la entrada del Metro Plaza Puente Alto, en un espacio que comparte junto sus compañeros de Artesanos Cordillera, agrupación a la que pertenece desde hace años.
“Llegué a Puente Alto desde Chillán. Con mis padres, de niño, aprendí todo lo relacionado con el trabajo en cuero, era una tradición familiar. Confeccionábamos monturas, espuelas, riendas, etc. Con los años tomé la decisión de irme a la capital porque por allá se me hizo muy pequeño para vender mis productos, acá hay mucha más gente y más mercado, y me ha ido bien, pues puedo vivir de esto sin complicaciones”, comenta Ortega.
Cuenta que lleva ya cerca de cuatro décadas dedicado a la talabartería, y que si bien se ha desempeñado en otros trabajos, mayormente de forma esporádica, siempre vuelve a la artesanía en cuero, pues “es algo que me gusta mucho, me llena, lo disfruto, y a la vez, es un muy buena terapia”.
Sobre las bondades del cuero, indica que como material es muy noble, y que prácticamente es “eterno”, de mucha durabilidad, y que además en un producto ya terminado influirá también la calidad del trabajo del artesano. “Por lo mismo tienen un precio mayor, pero vale la pena. Y eso que en mi caso, yo no cobro caro, tengo precios accesibles para la gente de la comuna. Creo que a mucha gente le falta valorar más la artesanía en cuero, que lamentablemente he visto como se ha ido extinguiendo con los años. Las nuevas generaciones no se interesan por este oficio, como mis hijos, por ejemplo”, sostiene.
DE PIE NUEVAMENTE
En el puesto de Marcelo Ortega es posible encontrar cinturones, billeteras, monederos, bolsos, morrales, bananos y hasta collares para mascotas, todos de una gran calidad y detalles. Dice que si no tiene lo que el cliente anda buscando, no tiene problemas en hacerlo, pues también trabaja con pedidos personalizados y a la medida.
Consultado por cómo le afectó la llegada de la pandemia en su rubro, responde: “hubo 6 meses en que lo pasamos mal, pues esto nos tomó por sorpresa a todos. Estuve encerrado sin poder vender nada, no había material para confeccionar, fueron tiempos bien difíciles. Tanto yo como mis compañeros tuvimos que ‘comernos’ los ahorros, y tampoco uno podía encalillarse pues había mucha incertidumbre, de saber cuándo iba a pasar todo esto. Ya desde hace un tiempo todo ha estado mejor, y nos hemos podido levantar una vez más”.
Finalmente, Ortega hace un llamado a las autoridades, tanto locales como a nivel país, a que se preocupen más de los artesanos y de su arte. “Por ejemplo, es difícil poder encontrar, o tener un lugar estable en la calle para poder trabajar… Yo lo he logrado, pero hay muchos colegas que se pierden por esto mismo, pues tiran la toalla, dedicándose a otras cosas. Creo falta una mayor vitrina para los artesanos para dar conocer sus creaciones a las personas”.