El psicólogo y referente de Salud Mental, funcionario del Departamento de Calidad de Vida Laboral del Servicio de Salud Metropolitano Sur Oriente, se refiere a la importancia del autocuidado y de generar hábitos en tiempos de pandemia, lo que ayuda a reducir los niveles de estrés asociados al virus.
El miedo, la preocupación y el estrés son respuestas normales en momentos en los que nos enfrentamos a la incertidumbre, o a lo desconocido o a situaciones de cambios o crisis. Así que es normal y comprensible que la gente experimente estos sentimientos en el contexto de la pandemia COVID-19.
Al temor de contraer el virus en una pandemia como la de COVID-19, se suma el impacto de los importantes cambios en nuestra vida cotidiana provocados por los esfuerzos para contener y frenar la propagación del virus. Ante las nuevas y desafiantes realidades de distanciamiento físico, el trabajo desde el hogar, el desempleo temporal, la educación de los niños en el hogar y la falta de contacto físico con los seres queridos y amigos –sumado a las altas cifras de casos de contagios diarios- es importante que cuidemos tanto nuestra salud física como mental.
“Si bien existe bastante sensibilización con la temática de la salud mental hoy en Chile, claramente el acceso que tiene la población en general a dispositivos de ayuda sigue siendo escaso. Y por otra parte nosotros vemos que los índices de enfermedades asociadas a cuadros de salud mental siguen al alza, algo que si bien ocurría previo a la pandemia, con la llegada de ésta, se han agudizado aún más”, señala a PALD Luis Castillo, psicólogo y referente de Salud Mental, Funcionario del Departamento de Calidad de Vida Laboral del Servicio de Salud Metropolitano Sur Oriente (SSMSO).
SEGMENTOS Y ESTRATOS SOCIALES
-La pandemia, ¿ha afectado por igual a niños, jóvenes, adultos y adultos mayores? ¿O algún segmento se ha visto más perjudicado?
La pandemia ha afectado a distintas poblaciones. En el caso de los niños, claramente ellos por el sistema de educación a distancia experimentaron retrocesos de sus niveles de socialización. El poder mantener la atención en los dispositivos digitales implicó a la vez que los niños también presentaran menores niveles de rendimiento escolar. En el caso de la población adulto mayor, se vio afectada porque el vivir en confinamiento ciertamente generó que algunas personas vivieran el fenómeno de “la cabaña”, que en el fondo es que si bien el estar confinados entrega un alto grado de confort en niveles de seguridad, pero sin embargo al salir, con los niveles de exposición al contagio, se angustiaban, Y al población “sándwich” a la que llamamos, que son las personas que se hacen cargo de los escolares y adultos mayores, que debían seguir trabajando con altos niveles de exposición, y que muchos hicieron teletrabajo, con altos niveles de estrés, pues nos estábamos preparados para esta nueva modalidad, fue un cambio muy de improviso.
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