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Leda Ramírez, lazos familiares con Puente Alto

Desde sus abuelos, la historia de vida de doña Leda ha estado ligada a la capital provincial.

Feliz se encontraba Leda Ramírez hace unos días, pues el Club de Adulto Mayor del cual es presidenta, Cecilio Ramírez, cumplió 12 años de vida, el que celebraron  junto a sus socios con un almuerzo, seguido de una tarde bailable, y cerrando con el broche de oro con la coronación de sus nuevos reyes: una jornada redonda en la que primó la alegría, la amistad y el calor humano, que contrastaba con el día gris del exterior.

“La característica más importante como club, y que nos distingue desde nuestros inicios, es que todos los socios compartimos lazos familiares”, señala doña Leda, comentando que desde su fundación estuvo integrado por tíos y primos.

            Como dato, el CAM fue bautizado en honor a un destacado futbolista y deportista puentealtino que jugó en Santiago Morning.

Cuenta que su abuelo llegó desde España, y en Chile, en busca de una nueva vida, y que ya en el país, un sacerdote español de una Parroquia en Bajos de Mena los recibió y les abrió las puertas, estableciéndose así la familia en Puente Alto. “Acá tuvo 8 hijos, entre ellos mi  padre, que fue toda su vida trabajador de la Papelera. Mi madre en tanto antes  de casarse, laboró en la boletería del Teatro Palermo”.

Asimismo, doña Leda dice con orgullo que nació en la antigua Casa de Socorro (hoy Consultorio Alejandro de Río), y que de la comuna, nunca se ha movido, considerándose una total puentealtina.

Segunda de cuatro hermanos, fue la única hija mujer. “Era la regalona de mi papá y mis hermanos me cuidaban mucho… demasiado diría yo, “si no me dejaban ni pololear”, dice entre risas.

“NUNCA ES TARDE PARA APRENDER”

Doña Leda fue alumna del Colegio Compañía de María, pasando luego por Santa Joaquina de Vedruna. Luego ingresaría a estudiar Educación Diferencial, ejerciendo dicha carrera por un periodo de cinco años Escuela Especial 40 (ubicada en la  Población Nueva Esperanza), recinto educacional del que dice guarda los mejores recuerdos, tanto del alumnado, profesorado y de sus directivos.

Tras contraer matrimonio y ser madre, se dedica a la crianza de sus dos hijos, abandonando de esta forma su empleo, decisión de la que afirma no se arrepiente.  Hoy, se muestra agradecida de la vida, rodeada de gente a la que quiere y estima.

Dice que hace poco más de una década se decidió a tomar un curso de coctelería, en lo que se desempeña desde ya varios años. “Era otro de mis metas, pues siempre me ha gustado la cocina. Siempre he sido de la idea de que nunca es tarde para aprender”, concluye.

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