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La paciencia de una modista en tiempos de pandemia

Pamela Mora Contreras (39), es una modista puentealtina que ha pasado duros momentos en medio de la prolongada cuarentena que se ha aplicado a la comuna, que lidera el número de contagios positivos y de casos de fallecidos.

Esta esforzada emprendedora, que montó un completo taller en su vivienda, dice que los meses de mayo, junio y parte de julio fueron los más difíciles, ya que no hubo ningún trabajo por realizar y que nadie, además, la llamó para cotizar una labor o un proyecto.

Sin embargo, dice Pamela, en las últimas semanas el negocio está repuntando de a poco.

-Pamela, ¿desde cuándo tienes este emprendimiento y cómo ha sido pasar la pandemia? ¿Están encerrados, la gente va o no, cómo ha sido el trabajo?

-Con el emprendimiento llevo tres años. Y para que la gente comprenda cómo es este trabajo, les digo  ha sido difícil: hay que medir;  hay que ajustar y hay que hacer un falso.

La venta y la reparación ha sido nada. Mayo, junio la reparación fue cero. Así que tuvimos que hacer para poder mantenernos, como la reparación es mi fuerte,  tuvimos que hacer mascarillas. Y mis clientes me han pedido mascarillas a pedido por mis modelos. Pero no puedo competir con el mercado chino. Por los precios y calidad. Pero estas dos últimas semanas la gente tiene más confianza. Me ha vuelto a pedir reparaciones, arreglos y bastas, ajustes. Y como ahora están en la casa,  me han pedido fundas de sillones, juegos de cortinas, más línea hogar. Pero todo en el ámbito de la reparación.

-¿Tú vas a la casa del cliente o clienta?

-Claro, cuando la clienta en tiempos normales si pide, a la casa voy. Cuando necesita cambiar prendas, por ejemplo.

-Ahora me imagino si vas, llevas mascarillas y guantes.

-Es que en este tiempo nadie ha pedido a domicilio.

Pamela tiene sangre de modista y costurera. Su madre, abuela y bisabuela fueron artistas de estos nobles oficios y que ella aprendió, como suele ocurrir, mirando y curioseando.

“Yo sin saberlo de pequeña jugaba con la aguja e hilo. Mi mamá me regalaba una Barbie falsa, porque éramos muy pobres, pero tenía un closet fabuloso. Y mis compañeras tenían las Barbies más fabulosas, pero les gustaba mi closet. Mi muñeca tenía todo cosido a mano. De chica tuve la pasión por el tema de las telas. Probar;  sacar algo bonito y hacerlo con las telas”, contó a PALD.

Ya de adolescente estudió corte y confección en Ñuñoa, donde aprendió la técnica y el tema de los moldajes y patronaje.

Una vez licenciada, se fue a trabajar en taller hasta que pudo tener el propio.

“Hacía uniformes. Cuando entró a Metrogas les hacía los uniformes a ellos. Pero después llegó la importación China y nos fuimos a la quiebra. Y me fui a otro rubro. Cuando tuve hijos comencé de nuevo con el tema de trabajar en la costura. En mi casa armé mi taller. Y con la municipalidad de Puente Alto hicimos un proyecto chiquitito y gracias a eso entré con muchas mujeres. Ahí me compré una máquina industrial. Después me compre la plancha y después la overlock industrial. Tengo mi taller armado, pero hago reparación para todo tipo de prendas”, detalló a PALD.

-También tengo entendido que haces ropa huasa.

-Sí, los trajes de huasa y chaquetas y pantalones de folclor, pero todo a pedido.  Porque eso ocupa mucho tiempo. Y no puedo darle tiempo a la reparación que es mi fuerte. Es lo que me gusta.

En tiempos de crisis como este uno cree que la gente ahorrar el máximo para no pasar zozobras en la casa, dejando de lado comprar como la ropa. Sin embargo y aunque parezca paradójico, el negocio de Pamela aumentó en el arreglo de prendas nuevas.

“La gente está comprando, pero compra en línea. La ropa que no le queda bien siempre hay que hacerle arreglos. En un 20 por ciento arregla lo que tiene usado. En un 80% es ropa nueva como te digo, compra en línea”, dice al cierre Pamela.

Clínica de la ropa: +569 64256643

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