Nacida y criada en Puente Alto, la profesional vive con sus tres hijos y sus padres adultos mayores. Esta es su historia.
Ingrid Osorio González, de 47 años, es una puentealtina de corazón desde siempre.
Vivió gran parte de su niñez en la comuna, aunque la enseñanza básica y media la realizó en Santiago Centro (Escuela República de México y Liceo 7 de Providencia).
-¿Cuándo nació esta vocación de enfermera?
-Desde siempre. La gente me buscaba para que la atendiera. Siempre me gustó servir.
Esta profesional formada en la Universidad de Chile, es hija de una dueña de casa y un técnico eléctrico que trabajó por muchos años en la Compañía de Teléfonos de Chile.
También tiene una hermana que es asistente social, con quien no podía jugar a ser enfermera.“A ella no la atendía, la servía. Es mandona”, dice entre risas.
Esta enfermera, quien vive junto a sus tres hijos y padres detrás de la Municipalidad de Puente Alto, lleva poco, 20 años de profesión, pasando por distintos recintos educacionales.
“Yo salí el 2000 y tuve práctica en muchas partes de Santiago. La universidad tenía muchas sedes. Estudié en Condell, pero pasé por casi por todos los hospitales, como el Salvador, Sótero del Río, el hospital de la Universidad de Chile, Barros Luco. Casi todos”, detalló a Puente Alto al Día.
Su primer trabajo formal fue en la unidad de pediatría en el San Juan de Dios, especialmente en el turno de noche.
“Después de eso hice un cambio a diurno como enfermera de endoscopía y he trabajado por 18 años. Esa es mi especialidad”, precisó la enfermera que actualmente está en el CRS Cordillera, donde se desempeña casi 24/7 debido a que ha estado apoyando a sus nuevos colegas.
-¿Te proyectaste alguna vez de que trabajarías aquí en Puente Alto, cerca de dónde vives?
-“Antes de egresar estaban construyendo el Padre Hurtado, y dije que trabajaría allí. Después de eso me vine a trabajar a Puente Alto y después quería solo quedarme aquí”, contó Ingrid Osorio.
Para la profesional, la pandemia del Covid-19 ha sido un alto desafío, en especial porque los equipos de trabajo tuvieron que reorganizarse para atender a los contagiados.
“Ha sido un desafío. Un desafío muy grande. Ha sido difícil. Siempre he trabajado en endoscopía y mi unidad se transformó completa para atender pacientes con Covid. Mi equipo de personal se fue distribuyendo en los diferentes turnos. Hemos tenido que aprender, hemos tenido que estudiar, hemos tenido que formar una unidad nueva desde cero, pero con todas las ganas. Sabemos que ellos cuentan con nosotros. Llegamos temprano, nos vamos tarde. Yo vengo hasta los días domingo. Los equipos son nuevos entonces hay que apoyarlos”, dice con orgullo.
Esta profesional puentealtina -divorciada- tiene tres hijos (18, 11 y 9 años), pero recalca que su actual pareja la acompañada y “apaña” en todo.
-¿Qué dice tu familia durante este tiempo, en especial porque siempre estás en el trabajo?
-Sí, la demanda es alta. Pero ellos saben que estoy trabajando, me preguntan cómo estoy todos los días. Pero te voy a decir lo que me dijo mi mamá cuándo partió esto: ‘Hija usted estudió para esto, usted tiene que estar ahí’. Esas palabras son las que más me llenan y me dan la fuerza para seguir. Mis papás viven conmigo son adultos mayores. Cuando llego me cambio ropa y mis hijos están ahí para saludarme y poder entrar.
-¿Qué se puede sacar de bueno de todo esto?
-¿Algo bueno? Salir adelante, sacar a todos los pacientitos lo mejor posible. Aprender. Este desafío es muy grande. Poder responderles.