Desde hace dos meses que realiza
una labor llena de amor, comprensión y cariño junto a las Damas de Rojo filial
Puente Alto –como su más reciente miembro- lo que dice le llena el corazón.
Recientemente, el voluntariado
de las Damas de Rojo filial Puente Alto
celebró 53 años de vida, entidad cuyas socias realizan una maravillosa,
abnegada y solidaria labor con los enfermos del Hospital Sótero del Río.
“Ustedes
llevan la esperanza y la fe a los enfermos, es muy importante la labor que
ustedes realizan”,
indicó el Vicario de la Zona Maipo, padre Rodrigo Magaña en la eucaristía
que conmemoró este nuevo aniversario, llevada a cabo en la Capilla de
Parque Gabriela, palabras que compartió
el acalde Germán Codina, también
presente en la ocasión, quien además las catalogó como verdaderas “heroínas
anónimas”.
En la
oportunidad se hizo oficial el ingreso de una nueva voluntaria, Rosa Cruz Orellana, a quien tomó
juramento la presidenta de las Damas de Rojo, filial Puente Alto, Cristina Morales. Doña Rosa se
comprometió a seguir los lineamientos y
valores de la institución, mostrándose profundamente emocionada.
“La vocación
de servicio siempre ha estado presente en mi familia”, indica doña Rosa, quien nació en Puente Alto y
vive hace desde cuatro décadas en la vecina comuna de Pirque. “Siento
que es algo que me llama muy fuertemente. Mis padres, desde que éramos muy
pequeños con mis hermanos, nos inculcaron que debíamos siempre ayudar a los
demás, ser amables. Mis demás hermanas sirven de voluntarias en diversas instituciones
de ayuda a lo largo del país”, agrega.
Cuenta que
desde muy joven, a los 25 años, comenzó a ser voluntaria de distintas entidades
de ayuda al prójimo, lo que compatibilizaba con su trabajo en una empresa de confecciones,
pero luego al contraer matrimonio de dedica a la crianza de sus hijos, llevando
así la casa su marido, empresario microbusero de la antigua línea que conectaba
Santiago-Puente Alto-Pirque, quien también conducía las máquinas.
APOYO FAMILIAR, ELEMENTO CLAVE
Los trabajos
de voluntariado de doña Rosa, previo a su juramento como nuevo miembro de las
Damas de Rojo de la capital provincial, fueron en la Parroquia de Pirque y en
la Cruz Roja filial Puente Alto, donde estuvo por un período de 8 años.
“Por
cosa de la vida, llegué a las Damas de Rojo, y en verdad es la institución en
la que deseo terminar hasta cuando Dios quiera mi servicio de ayuda al prójimo,
a la que ingresé hace unos dos meses, y en donde mis compañeras me han
demostrado mucho cariño y solidaridad”, indica.
Sobre el trabajo
que desarrolla con los enfermo en el Hospital Sótero del Río, señala, con el
tono de voz entrecortado, que es una labor “muy linda, y a la vez, una se emociona
mucho. Me gusta ser el puente entre el paciente y su familia, y entregarles a
ambos esa fuerza y ese tranquilidad que ambos necesitan, en momentos que son
muy duros y difíciles de sobrellevar”.
Consultada
por cómo ve su familia su trabajo de voluntariado, sostiene que sus dos hijos,
ya mayores y profesionales, le ha demostrado su respaldo, pero con quien se
muestra muy agradecida es con su marido: “esto demanda mucho tiempo, una podría estar
en casa, pero prefiere estar brindando alegría y cariño a otras personas, con
los enfermo. En este sentido, mi esposo ha sido mi gran apoyo y valoro
enormemente su comprensión”, reflexiona.
(Nota y fotografía
en edición impresa de 2.8.19)