“Este trabajo es muy lindo, pero a la vez, demanda muchos sacrificios”, afirma la cajonina.
Nacida y criada en el Cajón del Maipo, doña Guillermina Cañas es una de las pocas arrieras en San José de Maipo, labor en la que ayuda a su marido quien también se dedica a este oficio que ha perdurado por siglos en la cordillera.
“Mis abuelos maternos fueron quienes llegaron acá al Cajón, desde el interior de Melipilla, sentándose en la comuna. Mi madre nació aquí, y ella fue quien nos sacó adelante a mí y mis cinco hermanos, pues mi padre se portó re’ mal y la dejó solita. Mi mamita fue lo más lindo que tuve”, dice con emoción doña Guillermina. “Ella tuvo una de las primeras verdulerías en San José”, añade.
A los 16 años conoció a su marido, don Heriberto Andrade –con quien hasta hoy comparte su vida- retirándose del colegio y casándose al poco tiempo después. Fue con él, un hombre de campo, avezado en temas de crianza de ganado, que se convierte en arriera. “Nos fuimos a vivir al cerro, bien arriba, y trabajamos juntos. De él aprendí de todo, lo de las majadas, a hacer forraje, etc. Hemos pasado por momentos muy buenos, pero la vez, el trabajo del arriero conlleva muchos sacrificios”, precisa.
Sobre este punto, agrega: “En esto se pasan muchas peripecias, harto frío en inverno, fuertes temporales… Las nevazones por ejemplo, antes eran muy extremas, lo que ya con el tiempo ha cambiado un poco sí. Tuvimos tres hijos con mi marido, y ya después de tener a la última, me empecé a quedar más en casita. Soy la mano derecha de mi esposo, y siempre hemos estado juntos”.
Cuenta que hace unos años, junto a don Heriberto, decidieron dedicarse a la crianza de vacas, según dice, por lo ‘caro’ que estaba el forraje por aquellos tiempos. “Él ahora está arriba, en la cordillera, mientras yo me quedo a cuidar mis cabritas y a unas yeguas”, sostiene.
EL IMPACTO DE LA SEQUÍA
Actualmente, Chile enfrenta una emergencia agrícola debido a la sequía que afecta al país desde la 4º a la 7º región. En los últimos años, el déficit de precipitaciones se ha vuelto cada vez más evidente, y los expertos han señalado que este panorama será muy difícil de revertir, la que con los años continuará profundizándose.
Esta situación ha golpeado fuertemente a la labor diaria de doña Guillermina y don Heriberto. Al respecto, indica: “no hallamos donde ir con los animales… no tenemos cómo alimentarlos, es algo muy triste… en el último tiempo hemos perdido 25 cabezas de animales, vacas mayormente, y los terneritos se mueren porque no tienen leche. Estamos muy complicados, pues el forraje es escaso y la verdad no sabemos qué vamos a hacer. Mantener vacas es lo mismo que mantener caballos, ovejas o cabras, pues éstas consumen mucha agua y pasto, a diferencia de los demás animales. Quiero hacer un llamado a las autoridades a que se acuerden de nosotros y nos den una mano, pues el panorama para los arrieros del Cajón d del Maipo se ve muy mal”, admite.
(Nota y fotografía en edición impresa de sábado 14.12.19)