Una especie marina que cuenta con poderosos tentáculos, que podría llegar a causar la muerte y es considerada de alto riesgo por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
¿Qué pasó?
La carabela o fragata portuguesa (entre otros nombres), es un ser carnívoro que cuenta con más de 140 especies en Chile, con una vela superior que alcanza los 20 centímetros y unos tentáculos que pueden extenderse hasta 50 metros. Con estos atrapa a peces y plancton para alimentarse.
Su peligrosidad obligó a establecer medidas drásticas de precaución, impidiendo a los bañistas acercarse a playas de cinco sectores del país. “Se informa a la comunidad y a los visitantes que la Seremi de Salud de Valparaíso y la Capitanía de Puerto de Quintero han dispuesto la prohibición del ingreso al mar en las playas de Zapallar, Las Cujas, playa grande de Cachagua, Coirones y El Golf, debido a la presencia de fragata portuguesa”, señala la municipalidad porteña en redes sociales.
“Hacemos un llamado a seguir las instrucciones de la Policía Marítima, Carabineros, Inspectores Municipales y Salvavidas quienes estarán trabajando y fiscalizando de manera conjunta, el cumplimiento de la norma durante toda la jornada”, añade.
¿Hasta dónde se extiende?
En Chile se ha determinado su presencia hasta el límite sur de Chiloé, y hacia el norte en Arica, además de Perú y América Central. También se encuentra en islas oceánicas, como el archipiélago de Juan Fernández e Isla de Pascua.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) la cataloga como una de las especies más riesgosas del planeta que habitan en aguas recreacionales: en casos extremos puede ser mortal.
La llegada a las costas chilenas se explica por el Fenómeno del Niño, que genera aumento de temperatura en el mar, sumado al declive de la población de tortugas, quienes sus principales depredadores.
“Dispara veneno. Es automático”
Según un informe del Centro de Información Toxicológica de la Universidad Católica (Cituc), el veneno que inocula el hidrozoo sifonóforo es una mezcla de proteínas, polipéptidos y enzimas. Otras toxinas tendrían un efecto cardiotóxico directo.
Palma establece que en el momento en que los tentáculos tocan algo, simplemente disparan el veneno. Es automático. Al tocar, dispara. “El ser humano habla de picaduras, pero muchas veces solo el roce de un tentáculo con la piel es suficiente para que surja un dolor intenso”.
“A organismos menores los mata. Las marcas que deja en la piel humana se borran después de unos meses, no quedan de manera permanente, como sí ocurre con las de algunas especies de medusas que quedan de por vida”, explica Palma.