Luis Muñoz, vecino de la villa Bernardo Leighton, murió en manos de un vil delincuente, hace más de una semana, repeliendo con admirable valentía el robo a la farmacia San Carlos, propiedad de un familiar. Hasta ahora Policía de Investigaciones no ha logrado dar con el paradero del autor del mortal disparo, cuya fotografía ya ha sido divulgada por algunos medios de comunicación.
El pasado 27 de junio, Luis celebraba junto a los suyos su cumpleaños 49; una persona joven, deportista, servicial y extremadamente trabajadora, son algunas de las características que definen a este hombre, quien estuvo casado con el amor de su vida “Nene”, como la llamaba cariñosamente, mujer con la cual tuvo tres hijos: Estrella, Camilo y Benjamín.
Nadie imaginó que ese día sería el último festejo que sus cercanos compartirían con él, porque era un hombre que llevaba una vida sana, de familia, ayudaba a su señora en algunas actividades del colegio de sus hijos, recorría las calles a bordo de su bicicleta, no existían vicios de ninguna índole; en definitiva faltaba tanto por vivir y por entregar, ya que según Camilo, uno de sus hijos, destacó siempre en él su alma solidaria y caritativa.
Luis se consideraba un puentealtino de tomo y lomo, pese a haber iniciado sus primeros años en la comuna de La Florida, prontamente se mudó a esta capital provincial.
Sus papás habitan en el sur de Chile, sin embargo la distancia jamás impidió una relación de cariño y preocupación de ambas partes, además tuvo tres hermanos, en que la unión fue constante hasta el último día.
Estudió también en la comuna, para luego emerger hacia el mundo del trabajo. La primera empresa donde ejerció durante años fue la extinta e icónica Hilos Cadena, la cual debido a problemas económicos se vio obligada a cerrar sus puertas, pero como este gran trabajador sobresalía entre sus pares -por su prolijidad y dedicación-, una de las jefaturas gestionó su llegada a la emblemática Papelera.
Fue en la primera empresa donde se desempeñó, que conoció a su esposa, que era también compañera, pero de otro departamento. Su hijo Camilo revela una divertida anécdota en medio de la conquista hacia su madre, que según dijo la recordaron colegas de esos años de la empresa Hilos Cadena: “Me contaban que mi papá siempre le llevaba chocolates a mi mamá, y como andaba en bicicleta, los ponía en el sillín, entonces llegaban todos derretidos”, 26 años llevaban de matrimonio.
Actualmente ejercía la labor de operario en la CMPC, donde también primó su esfuerzo y perseverancia, puesto que hace unos años, altos mandos de la empresa seleccionaron a 12 personas, para que tuvieran la posibilidad de capacitarse, Luis fue uno de los elegidos obteniendo diversos cursos de perfeccionamiento laboral, relativo al área logística; etapa que llegó a un término de éxito, graduándose con distinción en el año 2016.
CAMILO: SU SEGUNDO HIJO
El joven estudiante que se encuentra finalizando Pedagogía en Matemáticas, comentó a PALD aspectos de su padre, dijo además estar en paz, e hizo hincapié que no rebate su acción, porque “ahora que está muerto, el Señor nos ha traído tanta paz, que ni siquiera nos cuestionamos eso, era su esencia y él iba a ir igual”.
Agregó asimismo, que pese a la tranquilidad intermitente que sostienen, existe una gran pena en sus corazones, porque perdieron a uno de sus pilares. “Con este accidente el delincuente destruyó a una familia completa, todos los planes que uno tenía a futuro se vieron truncados, como por ejemplo mi hermana que tenía ganas de independizarse, tener un hijo; todos esos logros es bonito que tu papá los vea”, aseguró.
Bajo el mismo contexto, hace alusión a que próximamente se convertirá en un profesional, al respecto: “Me hubiese gustado mostrarle el título, para que se sintiera orgulloso, siento que de alguna manera va a estar conmigo desde otro plano, pero no podrá darme un abrazo, eso duele”.
El menor de 17 años Benjamín, también cumple una etapa este año, se gradúa de cuarto medio en el colegio San Carlos de Aragón. “Son sucesos que lamentablemente mi papá no presenciará físicamente, pero sí lo sentiremos a nivel espiritual”, indicó el joven.
El último recuerdo que alberga Camilo, es una broma que sostuvo con su padre, respecto del valor de una copia de llaves, detalló: “Yo ese día (del accidente) me fui temprano y él estaba durmiendo, no me despedí, pero el día anterior le hice una talla porque yo había perdido mis llaves, entonces tenía que sacar copia. Uno a veces se aprovecha de la bondad de los padres, y en verdad se lo había pedido a él, pero se olvidó, así es que fui yo y cuando lo llamo por teléfono contándole que tenía en mi poder las nuevas llaves, me preguntó cuánto costó, le respondí que 7 mil pesos había costado cada una (…) bromeando como a él le gustaba”.
Al referirse de cómo se enteró se la trágica noticia, Camilo profundizó: “Yo estaba en la universidad y venía subiendo al metro, me avisan que me baje en el Sótero, contándome lo que había pasado, pensé que mi papá iba a estar bien, jamás imaginé que se iba a morir, me fui a la casa, porque creí que llegaría en la noche desde el hospital para recuperarse con nosotros y yo al verlo llegar lo retaría diciéndole que ‘por qué fuiste a la farmacia si nadie te llamo a ti’”.
Cabe decir que la familia permaneció acompañada por un sinfín de personas durante todo el fin de semana largo, recordar que el incidente se produjo el viernes 12 de agosto.
Sus funerales se llevaron a cabo el martes siguiente, en el Parque Cementerio Cordillera, donde familia, amigos y ex compañeros de las empresas donde trabajó, homenajearon y despidieron los restos de un hombre que demostró hidalguía y protección hacia los suyos hasta su último respiro.