Desde hace 56 años que Osvaldo Solís elabora escobas de forma artesanal: un arte prácticamente perdido en la actualidad.
En la tarjeta de presentación de Osvaldo Solís Gutiérrez, además de figurar su fono y dirección particular, es posible ver una escoba que adorna uno de sus rincones: y es que este hombre, que vive hace ya 56 años en Puente Alto, se ha dedicado ese mismo período de tiempo a la elaboración de escobas de forma artesanal.
Pero la historia de don Osvaldo, antes de hacer escobas -un arte ya en vías de extinción- se remonta a su natal Pirque, comuna en la que trabajó junto a sus padres en labores del campo. “La verdad es que iba súper poco al colegio… mi papá era inválido, y con mi madre, trabajaban en la panadería de Pirque, que quedaba de Concha y Toro pa’ rriba, que era de don Luis Larraín, en donde también vivíamos todos, con mis 16 hermanos”, comenta.
Ya mayor, por muchos años se desempeñó en labores relacionadas con la extracción de materiales desde el Río Maipo, “con los areneros, como peoneta, sacando ripio, en tiempos cuando el Maipo traía harta agua, no como ahora pues. Ahí estaba, metido en el agua, hasta más arriba de las rodillas, con la pala, sacando material, con frío en inverno, y después cargando a los camiones. Era una pega brava, en la que había que tener harta fuerza, era bien ´pesado’. ¿Sabe? también por esos años llevé materiales, ayudando en la construcción del Embalse El Yeso, en el Cajón del Maipo, donde iba con seis personas más”, recuerda.
Eso sí, con el pasar del tiempo, este trabajo que demandaba diariamente bastante esfuerzo físico dejó de ser una opción viable. Además, dicho rubro a esas alturas ya se había “mecanizado”. Es ahí cuando llega a Puente Alto, y una de sus hermanas le sugiere la idea de dedicarse a la fabricación de escobas, lo que había aprendido de niño gracias a los conocimientos que le traspasó su padre.
OFICIO EN RETIRADA
Hoy, don Osvaldo de los pocos que venden escobas en la región Metropolitana, pues su elaboración se ha perdido con el paso de los años, abundando en los hogares los escobillones chinos, de plástico, los que según dice, son de una calidad inferior.
Según cuenta, tiene una clientela fiel, que lo conoce como el “escobero”, apodo por el que también le llaman cariñosamente colectiveros, camioneros y micrero de la Provincia Cordillera.
“Las escobas las armo completamente, compro lo insumos, y otros como las ramitas, las voy a buscar a lugares como Melipilla, por ejemplo, pero cada vez está más difícil encontrar (…) En esto trabajo solo, de forma independiente, pero en los buenos tiempos, más personas laboraban conmigo. Ahora, a mis 80 años, es mucho menos eso sí lo que salgo… Además, el haberme dedicado a trabajar con los areneros me pasó la cuenta, pues tengo una pierna media lámala y un hombro me da problemas, por lo que cuido mi salud”, sostiene. “De mis cuatro hijos, ninguno siguió esta tradición. Una vez salieron a vender y no les gustó… ¡nada que hacer pues!”, agrega entre risas.
Si desea comprar una de las escobas de don Osvaldo, puede contactarlo al +569 7644 7457, quien le asegura llevarse un producto de primera calidad a un precio más que asequible.