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Ejemplo de trabajo, perseverancia y amor a la familia

Doña Carmen Rosa Bello abrió el “Mote con Yapa” hace ya casi medio siglo en Puente Alto, un local tradicional y muy querido en la comuna, que ha permanecido con el paso el tempo.

En Av. Concha y Toro #0482, yendo hacia Pirque, se encuentra el tradicional “Mote con Yapa”, un local clásico de Puente Alto, que ofrece esta refrescante bebida tan típica chilena, que vive su auge desde septiembre -en Fiestas Patrias- y en los meses de verano, en los que el calor “pega” con más fuerza.

Son ya 48 años de historia de este negocio en la comuna, que fundó doña Carmen Rosa Bello Salazar, más conocida como “Rosita”, una mujer de esfuerzo y trabajo, que no la tuvo fácil en su arribo a la capital provincial, llegando muy joven, con 14 años de edad.

“Llegué a trabajar al restaurant de una tía en Puente Alto, haciéndome cargo de la cocina. No pude terminar el colegio, pues la situación económica en mi familia no estaba buena. Fueron tristes esos años, pues no me trataron muy bien. Luego me fui donde mi abuelita materna, que también vivía en la comuna, y la ayudé en su quiosco de diarios. Conocí luego a mi esposo, me casé al poco tiempo y formé mi familia”, comenta dina Rosita.

Junto a su marido llegan a vivir al lugar en donde hoy se ubica el Mote con Yapa. Cuenta que desde ese momento ella empieza a surgir finalmente, con la idea de abrir un negocio. “Siempre pensé, desde un comienzo, que tenía que ser un local de venta de mote con huesillos, que me gusta mucho, y por esos años en la comuna no había ninguno como éste. Partí de a poquito, con una mesita y un fondo, allá por el año 75, ni no me falla la memoria, y posteriormente nos ampliamos comprando el terreno contiguo”.

Así es como doña Rosa, no dejando de lado su vida familiar, comienza con su emprendimiento: se levantaba muy temprano, a las 4 am, iba a La Vega a comprar los insumos, para regresar a su hogar, servir desayuno a sus hijos, prepara el almuerzo, para después dedicarse al negocio. Con los años, el trabajo y la perseverancia comenzaron a rendir frutos, sumado al apoyo de su marido y sus hijos, que se suman a ayudar a su progenitora en la atención.

El Mote con Yapa abre desde septiembre a marzo, atendiendo desde el mediodía, de martes a domingo, meses en que el calor es más intenso y la refrescante preparación es muy solicitada por los comensales. Consultada por el particular nombre, responde: “la yapa es un cucharón de jugo y dos cucharadas de harina, para que el cliente siga disfrutando de su vasito”.

AMOR Y CUIDADOS

Liliana, hija de doña Rosita, ayuda a su madre en el negocio desde hace unos años.  Dice que ha estado algo delicada de salud, por lo que junto a sus hermanos se han preocupado de sus cuidados, y hoy se encuentra bien, yendo a controles periódicos.

“Los clientes preguntan harto por ella, de cómo está, es muy querida. Acá viene gente que es habitual de mucho tiempo, papás que venían con sus niños, y ahora, esos niños con los años ya crecieron y viene con sus familias. Han pasado varias generaciones por acá”, sostiene.

Al hablar sobre su madre, se emociona: “ella es una excelente mujer. Buena mamá, esposa, abuela, y como persona es un ejemplo, le tiende la mano a quien se lo pida, pues siempre está dispuesta a ayudar sin pedir nada a cambio. Lo que somos como familia, como hijos, nuestra educación, se lo debemos a su esfuerzo y trabajo, así como también a mi padre, que falleció hace ya dos años, y que nos hizo prometer que no la dejáramos solita, lo que hemos cumplido. Muy orgullosa de mi madre”.

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