Comenzaron con sólo 2 sencillas mesas para atender a sus clientes, hoy ya llevan 18, claro que en nueve sacrificados años que marcan la historia de este negocio pircano que conserva sus costumbres y tradiciones.
Siempre estaba en la mente de este matrimonio pircano el poder realizar un proyecto de vida exitoso que los involucrara a ambos y que pudiera servir para proyectarse en el futuro. De esto, ya han pasado nueve años, de los cuales se escribe una sacrificada historia de vida, la que ha estado marcada por jugarse todo por el todo, en pos de hacer surgir y crecer el proyecto que les quitó el sueño un día y que hoy pueden ver convertido en realidad.
Oscar Antonio Alfaro Navarro, 45 primaveras, casado con Irene Bravo, 3 hijos, son los protagonistas de esta historia de emprendimiento la que se funda en dar vida a un restaurant que fuera auténtico –más tirado a picada-, pero que conservara sus tradiciones. Es así como nace “Donde Oscarito”, un negocio legítimamente pircano que si bien no luce en su fachada, en su interior se abre un corazón inmenso de sus dueños y dependientes, que lo distinguen de los demás en este rubro.
ARRIESGADA APUESTA, PERO POSITIVA
Lo que se prioriza, explica Oscar Alfaro, es reinventarse de un pasado que partió desde lo más humilde, vendiendo pan amasado y empanadas, para luego ampliar el giro y disponer de un lugar que pueda ofrecer, primero que todo, indica su propietario, calidad, precios y, por sobre todas las cosas, una buena atención de la que se encargan las señoritas Francisca, María y Michelle, “yo aprendí que el éxito de todo negocio está en la buena atención y en cobrar los precios justos”.
El trabajo de este matrimonio de emprendedores, no ha sido fácil, ya que, en palabras de su propietario, tiene un sacrificio enorme, “uno no sólo está trabajando cuando abre el local, sino que en este rubro uno se levanta muy temprano y se acuesta tarde trabajando en lo que dispondrá para el día a día, gracias a Dios mi señora Irene en nuestra chef y me aliviana bastante el trabajo, junto con el equipo de trabajo que tenemos”.
Dentro de este sacrificio que les costó en los inicios del local, Oscar Alfaro nos cuenta una infidencia que habla de que para poder comenzar, tuvieron que dejar prácticamente desamoblada su casa, “nos trajimos todo para comenzar, la cocina, muebles, refrigerador, cubiertos, etc., para poder partir y seguir adelante, fueron momentos duros en que no sabíamos si nos iba a resultar o perderíamos más de lo que habíamos invertido, incluido nuestros muebles… gracias a Dios, la realidad nos ha dicho otra cosa y hoy hemos podido educar a nuestros hijos, entregar trabajo y darnos algunos gustitos, pero eso sí con nueve años de trabajo”.
El secreto para mantener un local, para don Oscar es ser perseverante, no cambiar la calidad ni la cantidad, seguir con los mismos gustos y cuidar al cliente, “esto para nosotros es lo principal, ya que mientras cuidamos al cliente vivimos, gracias al cliente le doy trabajo a la gente y gracias a ellos existimos”.
Para el propietario de este local, ha resultado sumamente importante que los propios clientes hayan mantenido una fidelidad con ellos y hayan sido parte de este cambio para mejor que ha tenido este local, “para nosotros es gratificante que los clientes se den cuenta de los cambios y nos feliciten a uno por los cambio… este es un local donde no hay grandes lujos, pero la gente se siente acogida por la buena atención y la buena comida, por sobre todas las cosas”.
Si usted quiere disfrutar de una comida auténticamente pircana y casera, como guatitas, pollos alverjado, charquicán, cazuelas, carnes al jugo, chuletas, etc., tiene que dirigir sus pasos a la calle Hernán Prieto 51, a la entrada desde la virgen hacía el sur, ahí donde Oscarito, “donde se come con cariño”, concluye su dueño.
(Nota y fotografías en edición impresa de 7.9.19)