El icónico dueño de almacén tiene 81 años, y ha estado al servicio de los puentealtinos siempre con esa mirada cariñosa y su cordial atención.
José Manuel Salas Parra nació el 30 de mayo de 1941 y se considera un puentealtino más, pese a que es oriundo de la ciudad de Curanilahue, en la octava región. A los 18 años llegó a la comuna junto a su madre y hermanos en búsqueda de nuevas oportunidades.
Con una infancia difícil, donde el sustento para alimentar a siete niños escaseaba, sumado a la muerte de su padre, quien según relata el comerciante fue llevado y asesinado por sus detractores político, ya que era un ferviente izquierdista, don Manuel ha sabido enfrentar los obstáculos, manteniendo un negocio ininterrumpidamente por largos años.
Otros pesares en la vida de José Manuel Salas ha sido la partida de dos de sus hermanos. El primero, quien tras el deceso del padre preguntaba todos los días por qué no regresaba, dejó de existir a temprana edad. Mientras que el segundo perdió la vida en una gresca, porque “él era porfiado, se les paró a los otros y lo mataron”.
Sin embargo, si bien la vida no es color de rosa, pero tampoco gris, este señor residente de la población Pedro Aguirre Cerda, hoy en día vive junto a su actual pareja, en la casa de avenida Salvador Allende (ex Circunvalación), donde también está ubicado su local comercial. Además, tuvo dos hijos, uno que reside aún en la comuna, y el segundo se encuentra viviendo en Santiago.
Cabe decir que nuestro personaje de la semana es un poeta innato; es más, en su juventud escribió un libro que no fue comercializado, pero que aún guarda en un rincón esas hojas que con el tiempo se han transformado en páginas vetustas, pero que don Manuel lo hizo con esfuerzo y dedicación. Se llamó “Las tres desesperanzas”, cuyo tema central trataba acerca de la izquierda chilena; al respecto, recuerda: “Eso era muy mal visto, entonces después desistí y no quise hacerlo”.
PRIMEROS PASOS LABORALES EN LA COMUNA
Acerca de sus inicios en el ámbito laboral a su llegada a Puente Alto, confidenció: “El negocio lo tengo como desde el año 75, pero cuando llegué acá trabajaba en el supermercado Listo, que estaba frente a la plaza; ahí hacía de empaque, acomodador o reponedor, todo lo que me mandaran a hacer”.
Hubo una pausa, en que el inquieto vecino decidió mudarse a la ciudad de Lota, donde el auge en el carbón y la industria era propicia para emprender. Se mantuvo por 5 años y precisó que “en esos tiempos Lota estaba muy bueno porque había minerales, después esto paró y murió la ciudad, tuve que arrancar de ahí y me vine de vuelta”.
Don Manuel conoció a su segunda esposa hace 30 años, cuando ella se presentó a buscar trabajo en el almacén. Fue en ese momento que se enamoraron, y trabajaron juntos para levantar el negocio, de hecho, se cambiaron al local que permanece hasta el día hoy.
El locatario hace una invitación a su negocio, sobre todo a probar el rico pan amasado y las exquisitas empanadas de horno que ofrecen los fines de semana, y que son hechas por su mujer Carmen. “Tenemos una niña muy amable que los atenderá muy bien, aparte de nosotros”,cerró.