Juana María Licanqueo (60) nació y se crió al interior de Nueva Imperial, en la región de La Araucanía, lugar que dejó a los 20 años, cuando decidió conocer otras tierras y emprender una vida distinta a la del campo.
Al llegar a Rancagua, su primera parada antes de afincarse en Santiago, comenzó a sentir molestias por la presión, situación que se intensificó durante el embarazo de su hija Lissette (33), con quien vive actualmente en la zona de Bajos de Mena.
Al principio fueron las várices las que comenzaron afectar su diario vivir. Luego vinieron las úlceras varicosas en ambas piernas, lo que hizo que sus desplazamientos fueran con un alto dolor.
Inflamaciones, dolores, heridas, ya formaron parte de su rutina, por lo que su calidad de vida empeoró.
Allí comenzó a visitar doctores de distintos consultorios, donde los tratamientos eran paliativos momentáneos, sin que existiera un proceso más profundo y sistemático que le permitiera cambiar su vida y estado de ánimo.
Así, llegó hasta el consultorio Cardenal Silva Henríquez, donde además de constatar su enfermedad y de las mal cuidadas úlceras, fue derivada hasta el Centro Referencial de Salud (CRS) de Puente Alto, donde su compleja situación comenzó a tener pequeñas luces de mejoría.
Aquí, ella tenía que poner mucho más de su parte que en otras oportunidades y donde su casa sería una parte del tratamiento médico
EL NUEVO FOCO: EL HOSPITAL A LA CASA
Rodrigo Alonso Blanco, es médico internista y nefrólogo, además de desempeñarse como intensivista por muchos años en la región de Los Lagos, específicamente en la ciudad de Puerto Montt.
Allí, en la capital de Los Lagos, estaba a cargo del departamento de Gestión de Cama Domiciliaria, lo que le permitió llegar con una gran experiencia al CRS de Puente Alto, que estaba armado un equipo en esta área.
De esta forma, el doctor Blanco se integró a un grupo que ya había comenzado a dar los primeros pasos, donde otro de los pilares es la enfermera Ruth Navarro, además de un equipo que conforman técnicos paramédicos, enfermeras, kinesiólogos, trabajadores sociales, psicólogos, entre otros.
-Doctor, cuando hablamos de hospitalización domiciliaria estamos hablando de un servicio poco conocido, pero que en la práctica da mucho resultado porque el paciente está en su lugar, su espacio y relacionado con sus familiares.
-Efectivamente, este proyecto lleva alrededor de tres décadas y nació en otras partes del mundo, donde el mejor ejemplo como modelo es España y de hecho gran parte de nuestros protocolos y del funcionamiento domiciliario nacional, está fundamentalmente influido por los servicios sanitarios, de Andalucía y el país vasco.
Para el profesional de la salud, una de las ventajas de este sistema es que se entregan las mismas prestaciones, pero en un ambiente que pertenece al paciente, donde también ocurre con la hospitalización pediátrica.
“Hay cambios que tienen que ver con el éxito del tratamiento, pero tienen que ver con la adaptación del enfermo. De salud mental. Hay menos episodios de delirio. Evidentemente cualquier tratamiento se te puede complicar. Pero parece ser que lo mejor es ahí. Lo que es claro es que la medicina del futuro apunta hacia eso”, destaca el doctor Blanco.
Claramente estar en casa y rodeado de la familia es un elemento importante para la recuperación, pero no todas las enfermedades pueden tener este tratamiento. De ahí el uso y aplicación de un protocolo especial, que evalúa las condiciones del paciente y su entorno.
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¿Cuáles, en general, son las enfermedades que pueden quedarse en su casa?
-Nosotros básicamente trabajamos con enfermedades respiratorias, neumonías adquiridas en la comunidad que no necesiten asistencia respiratoria mecánica o un servicio intermedio porque no está más grave. Tenemos la posibilidad de enfermedades respiratorias crónicas que se descompensan. Hay un área de enfermedades infecciosa que fundamentalmente nosotros y pasa también en el resto de Chile, tienen que ver con infecciones urinarias complicadas y no complicadas que son susceptibles de manejar en la casa. Hay otras enfermedades infecciosas que tienen que ver con inflamaciones en la piel. Hemos tenido la práctica de cirugía mayor ambulatoria, hospitalización para control de pacientes operados. Pacientes de traumatología que hemos tenido que asumir. Los pacientes postrados. Hay también otro tipo de pacientes que tendremos que hacernos cargo también.
-¿Cuáles?
-Pacientes que tienen que ver con cuidados paliativos. Pacientes que tienen enfermedades oncológicas terminales. No estaban incorporados, pero parece que tendremos que hacerlo.
LA CASA, EL BARRIO Y LOS PERROS
Uno de los puntos complejos para determinar si el paciente puede o no “hospitalizarse en su casa”, son las condiciones en la que está su hogar, su entorno y las redes familiares.
Ruth Navarro fue una de las primeras enfermeras del CRS que comenzó a analizar casos junto a una Asistente Social y la colaboración del municipio.
“De 20 casos uno no puede. Nos hemos adaptado al mínimo que es compatible con el buen trabajo, la calidad”, recalca la profesional.
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Cuando se hace este servicio, ¿los usuarios entienden que hay que hacer cambios y formas de vivir distinta para que el paciente esté ahí?
-Se hace una carta de compromiso donde el familiar o tutor se compromete a tener las mínimas condiciones higiénicas en casa. Es un trabajo en conjunto con la familia. El primer cambio es la satisfacción de usuarios. Eso es lo primero que cambia. Están muy contentos y satisfechos.
Para el equipo lo complejo al principio fue sacar al paciente del hospital. Luego, aseguran, fue trabajo convencer a la comunidad que no aceptaba al enfermo. Sin embargo, apuntan, ahora hay cambios positivos.
“Entrar también en los barrios es muy difícil, porque cuando se pregunta por el paciente, nadie sabe nada”, dice Ruth Navarro.
-También hay lugares muy difíciles. Sitios muy peligrosos a veces.
-Sí, pero trabajamos en eso. Por eso queremos difundir este trabajo para que nos conozcan. Aunque con los perros no hemos podido. Con ellos nos ha costado que nos reconozcan.
En el CRS también hay un “hospital de día”, donde se realizan algunas atenciones y donde los pacientes pueden estar hasta cuatro horas. Allí también son derivadas las personas que tienen descompensaciones mientras son atendidas o están esperando su turno.
Desde la formación del servicio de hospitalización domiciliaria en el CRS de Puente Alto, 1.300 personas han sido tratadas en sus viviendas, mientras que 18 pacientes se encuentran en estas condiciones.
NUEVA VIDA
Para doña Juana el estar en su casa y ser visitada por un equipo médico le cambió la vida y le subió el ánimo por las nubes. Su departamento, pequeño, pero perfectamente mantenido, habla de lo vital que se siente.
“Gracias a Dios ahora estoy súper bien. Porque el tratamiento es el adecuado. Además con la hospitalización domiciliaria he tenido la atención. Fui la paciente más complicada. Yo estaba muy mal. No podía subir escaleras. La presión mala. Tenía todo muy inflamado. Andaba apenas”, relató la vecina puentealtina.
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¿Qué piensa hacer después de que termine la “hospitalización”?
-Hacer mi vida normal. Ojalá trabajar.
(Nota en edición impresa de sábado 19.1.19)