De pequeñas
manifestó su amor por la gastronomía, lo que hoy enseña a sus alumnas en el
taller de Cocina y Repostería que se imparte en Puente Mayor.
Desde hace
tres meses que María Eugenia Quezada
(73) asumió el cargo de monitora en
el taller de Cocina y Repostería que se imparte en la Casa del Adulto Mayor en
Puente Alto, una labor que dice hace con mucho gusto, entregando sus conocimientos
a quienes deseen aprender de las artes culinarias.
“Mis padres eran del sur de Chile, de Osorno, se casaron
y se fueron a vivir a Valparaíso, donde
nacimos mi hermana y yo. Lamentablemente mi papá falleció cuando éramos muy chicas…
yo tenía 3 años. Fue mi mamá quien nos sacó adelante, en base a mucho trabajo y esfuerzo. Ella es
mi gran ejemplo”, indica doña María Eugenia, recordando su infancia, de
donde veremos, viene su gusto por la cocina.
Con el tiempo, su madre tomó la decisión de ir a buscar nuevas
oportunidades a Santiago, llegando así
la familia posteriormente a Puente Alto. Es
así como adopta el rol de “cuidadora” de su hermana menor, mientras su
madre iba al trabajo, siendo vigiladas por el ojo atento de una vecina. Cuenta
que por estas circunstancias de la vida, desde pequeña aprendió a valerse por sí
misma, y que dentro de su obligaciones diarias, estaba la de preparar el
almuerzo.
“De ahí tomé este gustito por la cocina y la gastronomía.
Lo primero que aprendí a preparar fueron
porotos y cazuela, platos que para mí eran fáciles de ‘armar’, porque mi madre
me dejaba los ingredientes más menos listos. ¡Estoy hablando de que tenía unos
7 años!… ¡Fíjese!”, recuerda. “Tenía que poner cajones para subirme y así poder
llegar a todos lados en la cocina”, agrega entre risas.
Tras terminar el colegio, doña María Eugenia cuenta que se casó muy joven,
matrimonio del cual tuvo dos hijos y que duró 30 años. Sostiene que si bien se
dedicó a la crianza de los niños, continuó
con su pasión por la cocina –no solo en su hogar- pues siempre se dedicó a la preparación de almuerzos y ‘cositas
ricas’, las que entregaba a pedido,
contando por así decirlo con su propio emprendimiento, pero más informal. “Me
decían que las empanadas, las humitas, el pastel de choclo, me quedaban muy
buenos, como también el pie de limón”, afirma.
NUEVO COMIENZO
Por esas cosas del destino, supo hace un tiempo que buscaban una nueva monitora
del taller de Cocina y Gastronomía en Puente Mayor, puesto que se encontraba
vacante tras el sensible fallecimiento de doña Lidia Sereño, quien por cerca de
12 años llevó a cabo tal curso en la entidad municipal.
“Postulé, y hablé con don Carlos De La Peña y con Bertita
Benavente, y finalmente quedé seleccionada. Me siento muy feliz aquí, de poder traspasar
mis saberes a las alumnas, a enseñarles a preparar diferentes platos y postres,
a adultos mayores, al igual que yo. Vengo todos los días, de lunes a viernes,
me levanto con muchas ganas por la mañana, con energías, pues me motiva
demasiado lo que hago. Además, se ha formado un grupo muy lindo”, indica doña María
Eugenia.
Consultada sobre lo que significa para ella la cocina y gastronomía en su
vida, dice: “para mí lo es todo. Me encanta. Además, ¡siempre he dicho que la mejor
forma de conquistar es a través del estómago pues!”.
(Nota y fotografía en edición impresa de 27.7.19)